lunes, 27 de diciembre de 2010

WIKILEAKS, el último gran fenómeno de la sociedad digital


Wikileaks es el fenómeno de Internet que llena recientemente los informativos de todo el mundo. Se trata de una organización internacional, sin localización física, cuyos fines son la transparencia absoluta de las instituciones democráticas y lograr que los gobiernos no puedan dar un paso a espaldas de sus ciudadanos.
Su principal actividad es publicar filtraciones anónimas de documentos que de otra manera estarían ocultos, y preservar el anonimato de sus fuentes. Tiene más de un millón de informes y no cuenta con publicidad, ni recibe ayudas de ningún estado, sino que subsiste gracias a donaciones. Dichas filtraciones son revisadas por un grupo de 5 analistas a tiempo completo, especializados en áreas lingüísticas o de programación, que también examinan la identidad y el background de la fuente.



La primera gran exclusiva de WikiLeaks, el vídeo que mostraba la muerte de un fotógrafo de Reuters en Irak, suscitó una gran polémica en la industria periodística sobre la dicotomía entre libertad de información y seguridad. Los ecos de esta controversia se han avivado cada vez más con cada nueva filtración de este organismo. Los documentos que Wikileaks ha sacado a la luz sobre la guerra de Afganistán (95000) y la de Irak (391000), y los más recientes sobre los asuntos diplomáticos y de inteligencia de EE.UU con el resto de países del mundo (250000), están poniendo en jaque las versiones oficiales y los intereses del ejecutivo norteamericano. Los distintos grupos de poder, instituciones sociales, y hasta medios de comunicación, tiemblan con cada nuevo anuncio de publicación de documentación por parte de Wikileaks.
Las filtraciones constantes y masivas son un reto a los límites actuales de la comunicación gubernamental. Han lanzado el debate sobre los límites de la transparencia. Aunque parece haber consenso sobre la necesidad de una comunicación más fluida y abierta por parte de los gobiernos y las administraciones, Wikileaks parece llevar esa percepción al extremo, obligando a administraciones y periodistas a prepararse para nuevos escenarios comunicativos.
Se abren así infinitas opciones informativas, los datos fluyen en un sentido contrario al habitual porque las herramientas como Wikileaks e Internet 2.0 dotan a los públicos de un enorme potencial de producción y acceso a la información, y se empieza a cumplir así realmente el derecho a la información real de todos los ciudadanos. Lo que se ha iniciado es la pérdida de centralidad de los medios y la llegada de nuevas organizaciones con la capacidad de retar y poner en riesgo la seguridad y hegemonía del Estado.
Lo más llamativo es que Wikileaks podría haber publicado las últimas informaciones como siempre en su sitio, dejando que luego el público la encuentre, pero últimamente ha optado por ponerla primero a disposición de gigantes periodísticos como The New York Times, The Guardian o Der Spiegel, para que la contextualicen, comprueben los datos y contacten con las partes implicadas. Y además de eso, luego la liberaron desde su sitio, convirtiéndose en un elemento decisivo para garantizar que los datos al completo estarán disponibles para todo el que quiera consultarlos y que la fuente sigue estando protegida en todo momento.
Esta decisión de Wikileaks es clave, porque hemos llegado hace tiempo a un momento tecnológico en el que ya no hay que acudir a un gran medio de comunicación para publicar algo, pero también se sigue valorando la experiencia y análisis que puedan aportar los periodistas con alto grado de credibilidad. Wikileaks no necesitaba hacerlo, pero eligieron hacerlo por el valor añadido que esto le podría agregar. No parecen querer sustituir a los medios tradicionales, sino más bien complementarlos, conscientes de que su rol es diferente.
Es un tipo de colaboración hasta ahora poco frecuente y del que se desconoce si existe o no “modelo de negocio” en el mundo de la comunicación. En todo caso, se evidencia que el problema no es la tecnología, sino cómo se utilice la misma. Se presentan ante nosotros nuevos mecanismos de difusión periodística que los medios de referencia deberían aprovechar si quieren seguir siéndolo en el futuro. El quid de la cuestión está en el precedente que sienta WikiLeaks y la obligada reflexión sobre las nuevas fronteras que alcanza la distribución de la información en la era digital.