miércoles, 18 de abril de 2012

¿Unión? Europea: El deterioro de la imagen pública de la Eurozona


A lo largo del año pasado, las dificultades financieras y bancarias se fueron agravando en la Zona Euro hasta convertirse en una crisis de deuda soberana. El problema estalló en Grecia, y lo que aparentaba ser un caso aislado, acabó por sembrar serias dudas entre la opinión pública sobre la viabilidad práctica de la moneda única e incluso sobre la propia conveniencia de pertenecer a la Unión Europea. Ya bien entrado el 2012, lejos de disiparse, esa desconfianza parece seguir calando hondo entre la ciudadanía.

La única manera de reconstruir una Unión Europea fuerte es transmitir a sus habitantes y a los mercados un liderazgo igual de sólido, a través de  una estrategia comunicativa coherente

Los principales motivos que suscitan las dudas respecto del euro y la UE son las incesantes reuniones de crisis celebradas por los líderes europeos, siempre a remolque de los acontecimientos y la mayoría de las veces tardías, con continuos desacuerdos, declaraciones contradictorias y sin la aplicación de soluciones concretas o planes estratégicos a largo plazo. La acción unitaria y coherente de Europa se muestra impedida por los localismos de los distintos Estados que la forman.





Por todo ello, en el campo de la imagen pública, EE.UU le gana la batalla a la Unión. Frente al único y fuerte portavoz norteamericano, el presidente Obama, con un claro poder democrático para ejecutar las decisiones que anuncia, se encuentra un batiburrillo de representantes europeos: Van Rompuy, Durao Barroso, Sarkozy, Merkel… y ninguno de ellos con la legitimidad suficiente como para imponer su visión al resto de Europa.

Además, los americanos exhiben un sólo mensaje, que transmite credibilidad y seguridad a los mercados, protegiendo con un criterio único su moneda y sus políticas económicas. Por el contrario, la zona Euro utiliza distintos mensajes, que muchas veces se desautorizan entre ellos. Sin ir más lejos, no inspira demasiada tranquilidad que Alemania desprecie los eurobonos mientras Francia los defiende de forma acérrima.

Es cierto que con la comunicación no es suficiente. Se necesitan ideas más allá de las famosas políticas de austeridad y adoptar programas financieros y fiscales uniformes, capaces de recuperar las finanzas públicas sin reducir el consumo y la creación de empleo. Pero la única manera de reconstruir una Unión Europea fuerte es transmitir a sus habitantes y a los mercados un liderazgo igual de sólido, capaz de afrontar los retos planteados por la crisis global.

Europa se encuentra al borde de una nueva recesión, y no hay tiempo que perder para detener la fuga de capitales de la Eurozona restableciendo su imagen mediática y, con ella, la confianza en la capacidad de la UE para resolver sus propios problemas.