martes, 27 de abril de 2010

EL CASO GÜRTEL: evitar la bola de nieve en las crisis de reputación


El “caso Gürtel”, presente constantemente en los medios de comunicación durante los últimos meses, nos plantea una pregunta clave: ¿cómo hay que comunicar cuando aparecen casos de corrupción en una organización? Si la respuesta fuese exacta, infinidad de crisis más graves se hubieran evitado en el pasado. Pero hay ciertas claves útiles ante este tipo de coyunturas.



El ejemplo que nos ocupa se inicia en 2007, con la denuncia de Peñas, un ex concejal del municipio de Majadahonda, por una posible trama de corrupción llevada a cabo por el Francisco Correa, empresario que se encargaba de organizar los actos del PP en la época de Aznar. Es decir, el caso se viene gestando desde hace más dos años hasta llegar a la crisis de reputación que ha afectado de lleno tanto al PP de Valencia como al nacional. El primer error que parece haber cometido el PP es haber tardado años en intentar parar la bola de nieve antes de que creciese tanto.

Cuando hay indicios o rumores de corrupción los líderes de los partidos, en este caso Mariano Rajoy, se enfrentan a un dilema. Si se abre una investigación formal se puede afectar negativamente a la confianza, imagen e integridad de otro líder del partido (por ejemplo Francisco Camps), porque se estaría aceptando que hay algo de verdad en esos mismos indicios o rumores. Si no se abre dicha investigación oficial, podemos asistir precisamente al torbellino mediático que estamos viviendo en la actualidad, y que perjudica cada vez más a la reputación de la organización política. Ante esto no hay fórmulas mágicas, sólo ciertos preceptos imprescindibles: no mentir nunca, no hacer nunca declaraciones ni tomar decisiones sin tener toda la información necesaria, mantener siempre cierto grado de distancia o escepticismo, decidir un timing claro y riguroso y actuar siempre con seriedad, prudencia y coherencia entre todos los portavoces (cuantos menos sean, mejor, para evitar la confusión).

Pero el elemento más importante es decidir lo antes posible un curso de acción. La gestión de la reputación, legitimidad e integridad de los actores o partes (organización e individuos imputados) es decisiva para las consecuencias políticas y mediáticas que vaya a tener un escándalo de corrupción. Por lo tanto, lo que ha ocurrido en el “caso Gürtel” es un error de planteamiento inicial, desde el PP se confió demasiado en que el foco mediático se alejaría pronto. Es decir, no se actuó de ningún modo para resolver el problema, sin seguir los criterios mínimos para comunicar un caso de corrupción (uno de los tipos más clásicos de la comunicación de crisis). Es cierto que no se debe sobreestimar los escenarios, pero tampoco subestimarlos. Simplemente hay que estar preparado, y por lo que hemos podido observar, parece que el PP no lo estaba.