Desde el pasado mes de mayo, en
el que salieron a la luz las primeras imágenes de la ropa utilizada por los
deportistas españoles en los Juegos Olímpicos de Londres, la opinión pública
está mostrando su descontento con la, como mínimo llamativa, indumentaria que
nuestra delegación deportiva ha exhibido ante el resto de países del mundo, hasta
el punto de convertirse en objeto incesante de burla en todas las redes sociales
y en cualquier conversación entre amigos.
Desde el Comité Olímpico Español
(COE), que concedió a la firma italo-rusa Bosco Sport la fabricación de las
prendas sin concurso previo, argumentan que su oferta era inmejorable. La firma
diseña y produce toda la ropa de forma gratuita, lo que ha ahorrado “más de 1,7
millones de euros a las arcas del Estado”, según Alejandro Blanco, presidente
del COE. Además, patrocina al equipo olímpico con 250.000 euros.
Las quejas del sector textil español no se hicieron esperar. Según la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME) y la Federación de Empresas de la Confección (Fedecon), “teniendo seis millones de parados y una crisis económica que los medios internacionales recuerdan a diario, escoger una firma extranjera para elaborar la equipación de los Juegos de Londres transmite la idea de que no tenemos creatividad ni capacidad empresarial para hacerlo nosotros mismos”.
Las quejas del sector textil español no se hicieron esperar. Según la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME) y la Federación de Empresas de la Confección (Fedecon), “teniendo seis millones de parados y una crisis económica que los medios internacionales recuerdan a diario, escoger una firma extranjera para elaborar la equipación de los Juegos de Londres transmite la idea de que no tenemos creatividad ni capacidad empresarial para hacerlo nosotros mismos”.Las quejas del sector textil español no se hicieron esperar. Según la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME) y la Federación de Empresas de la Confección (Fedecon), “teniendo seis millones de parados y una crisis económica que los medios internacionales recuerdan a diario, escoger una firma extranjera para elaborar la equipación de los Juegos de Londres transmite la idea de que no tenemos creatividad ni capacidad empresarial para hacerlo nosotros mismos”.
Las quejas del sector textil español no se hicieron esperar. Según la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME) y la Federación de Empresas de la Confección (Fedecon), “teniendo seis millones de parados y una crisis económica que los medios internacionales recuerdan a diario, escoger una firma extranjera para elaborar la equipación de los Juegos de Londres transmite la idea de que no tenemos creatividad ni capacidad empresarial para hacerlo nosotros mismos”.
Las quejas del sector textil español no se hicieron esperar. Según la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME) y la Federación de Empresas de la Confección (Fedecon), “teniendo seis millones de parados y una crisis económica que los medios internacionales recuerdan a diario, escoger una firma extranjera para elaborar la equipación de los Juegos de Londres transmite la idea de que no tenemos creatividad ni capacidad empresarial para hacerlo nosotros mismos”.Las quejas del sector textil español no se hicieron esperar. Según la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME) y la Federación de Empresas de la Confección (Fedecon), “teniendo seis millones de parados y una crisis económica que los medios internacionales recuerdan a diario, escoger una firma extranjera para elaborar la equipación de los Juegos de Londres transmite la idea de que no tenemos creatividad ni capacidad empresarial para hacerlo nosotros mismos”.
Esta polémica decisión ha llegado
a tomarse como una cuestión de Estado, ya que además, para muchos, la singular estética
del equipamiento olímpico español daña no sólo las retinas del público, por
su extravagante colorido, sino también la ya debilitada imagen de España en el
exterior.
Es cierto que España no está en
situación de gastar grandes sumas en merchandising, pero si existe algún
momento en el que está justificado cierto desembolso es en una ocasión como los
Juegos Olímpicos, por tratarse de publicidad de alcance mundial (4.000 millones
de espectadores verán la gala inaugural), donde se promueven no sólo los
deportistas, sino las propias naciones, sus marcas y sus valores. Optando por
el ahorro y el patrocino ofrecido, se ha obviado la visión estratégica y
perdido una oportunidad inmejorable de promoción, además de traicionar el
estilo forjado desde los Juegos de Barcelona, que destacaron por su diseño y
buen gusto, un legado que no se ha tenido en cuenta en 2012. Además, la mayoría
de nuestros deportistas se encuentran entre los mejores del mundo, por lo que
deberían ser la pieza central de la marca España.
La comparación con otros países,
que han optado por diseñadores nacionales e internacionalmente reconocidos, desmerece
más la visión de España, ya que los uniformes de los deportistas italianos han
sido diseñados por Giorgio Armani; los de Estados Unidos por Ralph Lauren y los
británicos, por Stella McCartney.
En definitiva, se ha
desperdiciado la posibilidad de espantar a los fantasmas de la crisis de la
imagen global del país y mejorar su percepción, pues no existe ninguna fórmula
más eficaz que asociarla al deporte, uno de los pocos productos made in Spain que hoy se admira en todas
partes.