La fiestas navideñas son una época decisiva para la cuenta de resultados muchas empresas y negocios, sobre todo del sector comercial, que suelen poner toda la carne el asador de la publicidad para hacer llegar las bondades de sus productos a los potenciales consumidores. El objetivo número uno es convertir su oferta en el perfecto regalo o la perfecta cena de Navidad: perfumes, juguetes, bombones, langostinos… Son muchos los lemas e imágenes memorables que el público guarda en su mente, debido a los anuncios de estas fechas: el oso polar o el Santa Claus de Coca-Cola, las muñecas de Famosa, el calvo de la lotería, o la exclamación de “¡LLevan un año esperándolo!” del Papá Noel de Suchard.
Sin embargo, en lo que a comunicación que refiere, la Navidad es una oportunidad para algo más que fomentar el consumo, debido a su implicación emocional. Es un buen momento para que las compañías lancen mensajes positivos, de esperanza y proyectos de futuro, que contribuyan a reforzar su imagen ante empleados y clientes; para hacer un balance de todo lo logrado durante el ejercicio que se cierra o para impulsar sus actividades de responsabilidad social corporativa. Sea por la “magia indescriptible” de las fiestas, por el reencuentro con los familiares, o simplemente por el merecido descanso antes de comenzar un nuevo año, el público se muestra más receptivo a las iniciativas comunicativas y a la creatividad publicitaria, y a la transmisión de valores más allá de lo material.
Por eso, también son muchas las ONG que lanzan campañas, organizan actividades o envían mails masivos para difundir sus actividades y felicitar las fiestas. Sin embargo, siempre se corre el peligro de caer en tópicos y conseguir un efecto contraproducente. Es necesario seguir algunas sencillas normas para no incomodar con la comunicación navideña. Principalmente, hay que tener mucho cuidado de no estropear lo que se ha cuidado durante todo el año, siendo coherente con las ideas transmitidas hasta el momento. Es importante también ser respetuoso y personalizar los mensajes en la medida de lo posible, protegiendo la cercanía y situando la importancia en los receptores del mensaje, que hacen el esfuerzo de atender a lo que le enviamos.
Asimismo, es interesante realizar propuestas interactivas y originales, que llamen a la participación, por ejemplo los concursos de postales y carteles navideños, las exposiciones colectivas de fotografías enviadas por los usuarios, la recopilación de relatos o deseos, etc. Las nuevas tecnologías e Internet ofrecen muchas posibilidades de llevar a cabo campañas creativas a bajo coste, gracias a herramientas de vídeo o fotografías como Youtube y Flickr y las redes sociales. Si la ocasión lo requiere, se puede aprovechar para agradecer (al personal, a los clientes, a los voluntarios…), la dedicación o apoyo durante el transcurso del año. Finalmente, es fundamental recordar que la comunicación positiva, cercana e integradora no tiene por qué limitarse sólo a las fechas señaladas, y que mantener un cuidado especial de la relación con nuestras audiencias durante los doce meses es clave para el buen funcionamiento de cualquier entidad.