lunes, 7 de mayo de 2012

El vídeo corporativo, la empresa en imágenes


El vídeo corporativo condensa en imágenes los valores y la ventaja competitiva de la empresa, presentado de forma atractiva y amena sus aspectos clave

En el siglo de las nuevas tecnologías se ha reducido el tiempo dedicado a leer documentos, limitándonos la mayoría de las veces a echarles un vistazo (a los titulares, a las fotografías…); y ya casi no nos detenemos a escuchar las charlas, sólo a observar al orador (cómo viste, cómo gesticula…); desperdiciándose así, en muchas ocasiones, el esfuerzo que cada empresa dedica a escoger los adjetivos que puedan definirla en dosieres, cartas o discursos.




Por eso, el vídeo corporativo se presenta cada vez más como una alternativa idónea para la comunicación empresarial en un mundo digital saturado de datos e información, funcionando como la condensación en imágenes de los valores más importantes de una compañía, así como de su ventaja competitiva. Se trata de una atractiva y amena forma de presentar los aspectos determinantes que la conforman: capital humano, misión y visión, oferta, recursos, etc.

Además, Internet puede aprovecharse como amplificador de su fuerza comunicativa. Gracias a la web de la compañía, las redes sociales o los agregadores de vídeo como Youtube, la inversión en esta herramienta audiovisual puede potenciarse más allá de las ferias, las visitas comerciales o los eventos de empresa, al moverse por la red alcanzando un impacto promocional.

Sin embargo, si publicamos un vídeo mal realizado, este puede acarrear el efecto contrario: convertir a nuestra organización en un hazmerreír universal. Acudir a especialistas con experiencia y conocimiento de las claves de la comunicación audiovisual es imprescindible para lograr un buen vídeo corporativo.

Para cumplir los objetivos comerciales o conseguir alentar a los empleados no vale cualquier vídeo. El primer paso es crear una historia que enganche, que cuente con un argumento motivacional que atraiga y mantenga la atención del espectador, y que no sea solamente una sucesión de cifras y de secuencias de las instalaciones.

La estructura debe ser sencilla: lo ideal es empezar con una breve presentación que resalte la finalidad del vídeo, desarrollar el contenido que se quiera transmitir y sus matices y, por último, acabar con un final de impacto que deje grabado su mensaje en la mente del espectador. Todo ello, respetando la exigencia de la brevedad, pues todo vídeo corporativo que supere los cinco minutos suele convertirse en un error de larga duración.